miércoles, 20 de agosto de 2008

Duarte y Perón



Evita superestrella
Al parecer Eva Duarte era una muchacha corriente con sed de fama pero su relación con Perón la volvió una mujer poderosa y trascendente. Evita siempre había soñado con ser actriz, con ser reconocida. Para ella vincularse con el general Perón fue la oportunidad de su vida, fue su “día maravilloso”. Más allá de su lucha por sus “descamisados”, tenía un móvil propio, ella mismo admitió que tenía la ambición personal de que su nombre pasara a la historia. Y así fue, a Evita no se la recuerda como la mujer humilde y anónima, sino como esa gran mujer elegante e intensa hablando desde el balcón de la Casa Rosada a un pueblo que la aclamaba. Entonces, aunque no se convirtió en una gran artista, a la final cumplió su sueño de gloria y notoriedad.

Sus dos amores
Eva Perón en su diario evoca fervientemente a quienes mueven su corazón: su esposo y su pueblo. Al primero lo idolatra al punto de compararlo con Colón, Bonaparte y San Martín. Por su pueblo, en cambio, parece sentir un profundo apego, incluso identificación pues dice que con su gente no debe adquirir poses ni hacer ningún “esfuerzo artificial”. Parece que vivía por y para ellos dando todo de sí aún llegando a extremos fanáticos por Perón y a sectarios por su pueblo. Y es que aparentemente tanto uno como el otro tenían algo en común con Evita: el amor era recíproco.

Una clase de hombres
El concepto de ayuda social como “abrazo de justicia y amor” es un tanto ambiguo y puede revelar la tendencia paternalista de cautivar al pueblo tratando de cubrir sus necesidades sin que la gente haga un esfuerzo. Esto se contrapone a uno de los principales postulados del justicialismo que considera el trabajo como un deber fundamental. Además según las “verdades del justicialismo” solo se reconoce una clase de hombres: los que trabajan. Si es así, ¿dónde quedan los que viven de la ayuda social?
Humanistas
La octava verdad del justicialismo dice que en la escala de valores de un peronista está primero la Patria, después el Movimiento y luego los hombres. Seis puntos más abajo señalan que su filosofía es humanista. Rodrigo Borja explica que el humanismo “es el esfuerzo por colocar al hombre como el centro y la razón de ser […]” (Enciclopedia de la Política, 306) de todo lo que existe. Partiendo de esto, las leyes y los partidos, la economía, la ciencia hasta el Estado gira en torno al hombre y sus necesidades. Esto no concuerda con la premisa anterior de colocar antes de uno mismo a la Patria y mucho menos al movimiento. En consecuencia se observa una importante contradicción que va más allá de la forma y se refiere a la ideología.
“Injusticialismo”
En todo el justicialismo se transmite una profunda filosofía de igualdad y democracia, se habla de unidad nacional y de héroes, de pueblo libre, de felicidad y grandeza nacional. Es muy inspirador y alentador, sin embargo todo se transforma en pura retorica, cuando se lee el sexto punto que dice que “para un peronista no puede haber nada mejor que otro peronista” esto es divisorio y sectario y se opone de manera obvia a los supuestos ideales de unidad. Así no se reconoce la capacidad y libertad de los no peronistas, los segrega, por lo que pasa de ser justicialismo a ser “injusticialismo”.

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