Asistíamos a la misma clase pero nunca te noté hasta hoy, te sentabas tan atrás y te hundías tanto en el asiento que parecía que querías desaparecer. Aunque ahora que lo pienso creo que alguna vez si sentí tu mirada, pero es como si no me miraba nadie, como que el asiento pudiera ver. Hoy te tengo al frente, me hablas, que absurdo es estar sentado aquí contigo. Tratas de iniciar una conversación casual y de verte relajado pero haces el ridículo. Sé que tras tus torpes intentos de frases están otras que no te atreves a decir. Tu actitud descomplicada también es artificial, sé que estás siendo devorado por tus propios pensamientos y que te desdoblas en tu mente hacia mi cuerpo, lo digo porque lo único que no me engañan son tus ojos, si pudiera pintar un cuadro de lo que en ellos se reflejan sería una pintura de mis manos de terciopelo insertándose entre los surcos que hacen en mi pelo rizado que te recuerda el de alguna escultura grecorromana. Se verían mis largas pestañas como delicados instrumentos que hacen que mis ojos sonrían. Yo disfruto mi posición, sé que pronto acababaremos y entonces volveré a mi vida habitual, tengo miles de cosas pendientes. Notas mi silencio, te preocupa estarme aburriendo, la verdad me pareces patético pero lo disimulo. Entonces te digo -cuéntame algo más de ti-, así puedes continuar tu monólogo con la pared. Antes de que trate de empezar a evadirte mentalmente, me dices-soy muy inconforme- y me arrastras hacia tu voz desnudada. Empieza a llover y pienso que esto se hará eterno.- ¿Inconforme de qué?- De todo. Entiendo que no fue un comentario al azar, no te entiendo en lo absoluto, pero pronto vendrán por mí y podre ocuparme de mis asuntos: tengo que hacer unas llamadas, tengo que ir al gimnasio, tengo que ir a la iglesia, tengo…-¿tú que tienes?-¿qué te preocupa? Nada. ¿Nada?, eso no tiene sentido, hago una mueca y trato de no reírme. Es que lo que me inconforma no tiene un membrete, no es nada de lo que me ocupo, es la existencia misma. ¿Qué?, te respondo, no sé porque pierdes el tiempo pensado en eso, hay tantas cosas que hacer, tenemos esa monografía,-¿ya hiciste?-Todo lo que hacemos son solo distracciones para alejarnos de la inminencia de la muerte, respondes como respondiendo a otra pregunta y como viendo a otra persona, a alguien dentro de mí. Empiezo a sentir lástima por ti y compasión. El reflejo de la lluvia sobre tu rostro parecen las lágrimas que no despides. Siento que pongo pausa y veo como todo pasa a mí alrededor como una película de la que soy sólo un espectador, pienso un poco y trato de clasificar lo que estoy viviendo con lo que ya he vivido, no lo logro, mi mente busca desesperadamente entre los archivos de mis circunstancias, pero nada. ¡Eso!, me dices, siento que me entiendes, tus labios se entraben involuntariamente y hablan sin decir ni una palabra, me dicen que quieren probar los míos. Siento algo que no se puede rotular, un sentimiento tan sublime y abstracto que hasta ahora no ha recibido un nombre, siento como que acabas de romper el libreto de mi vida y que acabas de descubrir la máscara tras el actor, tengo que improvisar, pero no sé ni qué decir. El restaurante me resulta asfixiante, el tráfico me desespera, siento que todo lo que hago son sólo roles que se me han impuesto. Tengo un coctel de pastillas y acabó de desaparecer (dormirme) por un instante pero aparecí de nuevo en esta realidad que ahora me parece extraña. Empiezo a pensar en ti, siento que viciaste mis planes pero que también me lanzaste al escenario de la vida por primera vez, no sé si te amo o te odio, empiezo a llamarte pero enseguida cuelgo.
miércoles, 20 de agosto de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Me gusta, es exquisito; como la vida misma.
Publicar un comentario