martes, 21 de julio de 2009

El sueño

Anoche mi sueño estuvo cargado de realismo, al punto de no saber que todo lo que en él pasaba era una ilusión sino hasta cuando abrí los ojos para volver a la ilusión legitimada. Fue algo tan existente que luego pensé si alguien pudo verlo sobre mi almohada. Hoy que lo escribo se vuelve más real aún. En el sueño de anoche, yo caminaba entre los murmullos de la gente y del viento mientras hilaba una conversación sobre cuánto me gustas y sobre cuánto lo lamento. A cada lado veía edificios que colindaban con enormes montañas. Quien me escuchaba afanosa era Julia Roberts creo. De repente, tenía al frente la imagen de la puerta del edificio en el que vives desvaneciéndose súbitamente y dejándome la última imagen tuya que retengo: el pelo recogido, los jeans desgastados y ese olor incomparable que logro descifrarlo solo en los sueños. Te observaba como cuando te observo despierto conteniendo mis labios, mi cuerpo, mis palabras. Aquellos bríos deseosos de ti que cuando te tengo cerca están dormidos, en el sueño no se controlaron más y dije “Todas las noches sueño contigo, y algunas mañanas también”. No sonó el despertador ni el celular, ni nada nos interrumpió (nada me despertó). Pero dado que todo era tan real no supe que se trataba de un sueño sino que te había hecho la confesión que hubiera acabado con el sortilegio de tenerte como mi musa, inalcanzable y oculta, y, claro, también hubiera acabado nuestra amistad de tantos años, o mejor dicho tu amistad y mi pasión. En fin. Decidí deshacer la tremenda confesión con mi recurso onírico recurrente: volver en el tiempo. Di un paso atrás y corrí en reversa por entre las montañas y los edificios mientras Julia me perseguía como en “La boda de mi mejor amigo”
 
Union Literaria