jueves, 23 de diciembre de 2010

La Frase

Se crea a dios y luego se cree.

martes, 21 de diciembre de 2010

Las cuñas


Cliente:
Chevrolet Aveo.

Cuña:

Ambiente de gasolinera.

Empleado: Buenas, ¿Súper o Extra?

Cliente: No, venía a usar el baño nomás.

Locutor: Nuevo Chevrolet Aveo. 90 kilómetros con un galón


Cliente: Multicines

Cuña:

Ambiente de película de terror. Música de tensión.

Personaje femenino : Tenemos que correr, podemos escondernos aquí.

Espectador (en ambiente de cine): ¡Atrás tuyo! ¡Está atrás tuyo!

Personaje femenino: ¿Eh? ¿Atrás? Gracias por avisarme.

Locutor: Multicines. Te sentirás una estrella.


Cliente: Crema Elixir

Cuña:

Llamada a la radio.

Mujer: Hola amigos, quiero decirles que son la mejor radio del mundo. Y quiero que me complazcan con la última canción de Garibaldi. Esa que dice (canta): Desde que me dejaste la ventanita del amor se me cerró.

Locutor: Elixir de Yanbal. 10 años menos.


Cliente: Lotto

Cuña:

Esposa (leyendo): Cholometro 2010, ¿Tiene algún amigo que se llame Washington? Oye Wilmer, ¿tenemos algún amigo que se llame Washington?

Esposo: Un millón mi amor. Vea en mi billetera.

Locutor: Lotto. Tú puedes ser el próximo millonario.


Cliente: Feria de Libros

Cuña:

Ambiente de reunión

Libro 1: Ser o no ser, esa es la pregunta.

Libro 2: Pero si te preguntas es porque piensas y si piensas, existes…

Libro 3: No! Solo somos átomos que van y vuelven.

Libro 4 (con voz de tonto): Hola ¿Qué hacen?

Libro 2 (molesto): Ahh…llegó el best seller…

Locutor: Feria Internacional del Libro. Donde la cultura se encuentra.

Libro 4: ¡Ay! No juzguen a un libro por la portada…

Cuyabeno Lodge



Crítica Literaria

El Último Remedio de César Dávila Andrade

El escritor ecuatoriano Cesar Dávila Andrade representa un enigma para la crítica literaria del Ecuador. Inicialmente poeta, este chagra (afuereño) de las letras capitalinas aparece como un fuego fatuo en el panorama estable de la literatura ecuatoriana de los años 50 del siglo pasado: pasada la calentura del realismo social de los 30 y 40, las letras patrias experimentan una depresión climática paliada sólo por la obra excepcional y esporádica de poetas como Jorge Carrera Andrade y novelistas como Alfredo Pareja Diezcanseco. Dávila Andrade irrumpe en ese escenario con una poesía desconcertante, distinta que no se puede propiamente entender desde las categorías claras del realismo (Boletín y Elegía de las Mitas 1948) ni de la vanguardia (Espacio me has vencido 1942), aunque ambas aportan elementos conceptuales y rasgos distintivos suficientes como para que la crítica del momento proclame para el poeta cuencano, esas afiliaciones. Este breve texto sostiene que Dávila Andrade presentó dificultades infranqueables a la crítica de su tiempo por ser un escritor extravagante, descolocado, raro, desnaturalizado, queer. Mi propuesta de lectura entonces hará un ejercicio parcial e incompleto por colocar a Dávila Andrade en una matriz interpretativa inusitada entre nosotros pero que, a mi criterio, puede dar pie a nuevas lecturas y acercamientos a este escritor.
La obra narrativa de Dávila Andrade presenta dificultades similares: una prosa densa y poética, una temática vinculada a la abyección y una estructura abierta con especial interés por el grotesco. Nuestro escritor era místico pero también bohemio. Nació en Cuenca en 1918 y su escritura cruda, incivilizada, salvaje logra palpar las entrañas de quien lo lee hasta apretarle el corazón y luego dejarle respirar hondamente, cautivado. Dávila Andrade creó universos oscuros como selvas vírgenes en prosa y verso que han sido altamente reconocidas. Algunos de sus relatos se recogen en el libro “Trece Relatos” de 1955, doce años antes de que se hastíe de su vida y la fulmine. El relato “El último remedio” cuenta la vida de un enfermo, con un mal desconocido, tal vez uno moral o uno reprimido, a quien su mujer cuida como a hijo y para curarlo intenta cuanta aparente cura aparece. El relato es notable por su ambigüedad, ambos personajes buscan la redención y viven la dolencia a profundidad, para la mujer, su esposo-hijo amamante parece ser su única salvación, para el enfermo, su existencia se define por su condición de causa perdida. El relato en sí evoca la misma circunstancia objeto de representación: de la misma manera en que la mujer acarrea a su carga humana de sitio en sitio en busca desesperada de salvación (la de él y la de ella), el narrador transporta el relato ante nosotros, en enervada busca de respuestas, y de la misma forma, nosotros buscamos la salvación (crítica) del relato, somos portadores en busca de remedios distintos de significado. Pero no se puede dar un remedio sin saber el mal

Irremediable

La madre naturaleza ha parido surcos de tierra fecunda y húmeda donde se plantan erguidos maderos que arrojan simientes de macho. Mas, progenie de la misma madre, sepulta surcos con su propia tierra y hace cruces de maderos. Las ansias sexuales de las bestias no ven diferencia.
El ser humano, en cambio, cubre su salvajismo, sus instintos, bajo abrigos de prejuicios dados por una supuesta racionalidad. Y crea mitos para comprenderse, para desafiar su no inmortalidad. Crea el bien y el mal. Y luego, quiere remedios.
La ciencia busca desesperadamente el cordón umbilical entre la madre naturaleza y sus hijos. La religión es más resignada, reduce todo a un monosílabo: fe. La una y la otra libran batallas dogmáticas en las que ninguna gana y en las que no se sabe cuál es la presea. Ambas dicen buscar curas para los males pero la muerte siempre se les anticipa.
El mal de Manuel no es una enfermedad, es un mal. Manuel es un enfermo ético. Tiene un mal innombrable, si preguntan a su mujer dice que está enfermo del hígado. Se dice que todo pudo empezar estando aún en las entrañas de la naturaleza. Se dice también que la culpa pudo ser del puño de su padre a quien nunca veía. O que entre los azares de su estirpe, alguna vez fue surco en los apetitos de algún macho. Nadie sabe. Sin embargo, existe todo un abanico de remedios, algunos hasta utilizan descargas eléctircas. También se puede optar por no tratar el mal, dejar que se extienda mientras que Manuel vive en paz.
La gente siempre querrá averiguar qué pasa con los surcos y los maderos de la naturaleza, se obsesionarán, se excitarán con saberlo y cobijarán sus instintos en bufandas de (in)tolerancia y reduccionismo: “con que no me toque a mí” (“que no me toque vivir el mal ni que me toque Manuel”).
La vida de Manuel Crovo es insignificante, mínima, existe para conformar las masas estadísticas. Lo extraordinario de Manuel es su ordinariedad, su inadvertencia ante su propia vida. A él la vida lo vive. Por lo tanto no reflexiona. No analiza su condición económica, marital ni sexual.
Él cree que tiene un mal, el cual hace metástasis en su alma y se manifiesta cuando duerme, más bien dicho cuando sueña y se presentan esas calenturas y sudores nocturnos. Su mal ha hecho que se insufle de libido cuando no está en la cama matrimonial, y busque el cuerpo caliente y presto de su mujer, en la oscuridad donde un cuerpo puede sentirse como otro. Ella lo admite y lo recibe “como a la muerte con sexo de hombre”. Luego queda físicamente deleitada, mientras el vuelve a su cama a quejarse de insatisfacción.
Ella quiere curarlo como si “fuera su hijo” y a él le place pues la única forma en que puede verla es como a una madre, siente “cariño y gratitud hacia ella”. Al parecer Manuel nunca superó el complejo de Edipo y una mujer, no porque “sus carnes rebosen las dimensiones del asiento”, ni por nada, nunca será para él objeto de deseo sexual. Además su esposa ha adoptado el rol masculino: ella mantiene y ordena la casa. Manuel padece de insomnios y cuando duerme sus sueños son pulsaciones pasionales del “ello” reprimido, del animal latente, atrapado en cuerpo de hombre.
Ella, en cambio, surco de la naturaleza, necesita labranza, germinación. Se consuela quedándose “sobre la máquina de coser” exhausta, ruidosa, insaciable. El escucha el run- run del artefacto y no se inmuta.
Ella lo ama, duermen en camas separadas, pero lo ama. El matrimonio les pasó por encima y ellos se dejaron llevar. En este punto, ella solo quiere curarlo para que el amor sea erótico, fiel. Que los encuentros carnales no sean a oscuras. El, por su parte, no soportaría la carga inconsciente de cometer incesto. Es una bestia que duerme frente a su madre.
Entonces la mujer va en busca de un curandero, como pudo buscar una iglesia ortodoxa, un pseudo psicólogo o una prostituta. El curandero le dice que el mal de Manuel proviene de la parte íntima de su ser, lo íntimo suele ser lo genital. Le receta entre otras cosas huevos y miembros viriles de animales. El curandero dice que su mal es un morbo (según el DRAE: interés malsano por personas…). El morbo es un concepto cultural.
Ni los huevos ni los miembros de animales le caen bien a Manuel. Hace falta un ser humano. Entonces el curandero les da “El último remedio”: leche mamada. El amamantamiento de un hombre adulto, en términos sociales, lo desmasculiniza, como en la iconografía de la premiación láctica de la Virgen a San Bernardo (de Alfonso Cano, en el museo del Prado) en la cual el acto parece una metáfora homosexual. El enigma, entonces, parece resolverse. Manuel no se excitaba con su mujer porque nunca supero la etapa fálica (pregenital) que culmina con la lactancia. El curandero les había proporcionado una cura mágica y ellos deciden llevarla a cabo.
Consiguen una persona que les ofrezca la leche y sólo entonces Manuel alcanza el mayor clímax sexual que haya sentido jamás. Sube al encuentro con agilidad, ardiente. La leche proviene de los pechos de una mujer que está en periodo de amamantamiento. Pero esto puede también ser una alusión del semen el cual en toda mitología primitiva es asociado a la leche materna. En las tradiciones de Bali, por ejemplo, se considera que la lactancia es un reembolso a la eyaculación y viceversa. Así, el último remedio es que Manuel pruebe sexo de su propio sexo. Cuando se le dice “gran lactante” se puede hacer una relación con una felación. Además, el semen ha sido considerado sagrado por muchas culturas y religiones. Sea con una hembra o con un macho, Manuel se muere. El mal no tenía cura, o de plano el mal no era ningún mal.
El “problema” de la enfermedad de Manuel (el propio nombre ya alude a la posibilidad masturbatoria y onanísitca) es así trasladado a nosotros, es, literalmente, nuestro problema, nuestra incapacidad (la de la crítica) para pensar el deseo en forma pura, como una pulsión autodirigida, como una enfermedad que, como decía Lacan, se dirige a la vida y cuya cura, tal es el poder del texto de César Dávila Andrade, no es sino la muerte.



Obras consultadas
Dávila, Cesar. Trece Relatos. Cuenca: Cuadernos Ecuatorianos ,1955.
Chemama, Roland y Vandermersch, Bernard. Diccionario del psicoanálisis. Buenos Aires: Amorrortu, 2004.
Etchegoyen, R. Horacio .Los Fundamentos de la Técnica Psicoanalítica. Buenos Aires: Amorrortu, 2010.
“Queer Theory”. Literary Theory.
Cueva, Augustin. Lecturas y Rupturas.

martes, 21 de septiembre de 2010

Salón de Navidad

domingo, 19 de septiembre de 2010

La frase

¿Estas hablando sólo?
No, estoy hablando conmigo.

sábado, 7 de agosto de 2010

Quicentro Sur





La frase

La vida es un pre-texto.

lunes, 14 de junio de 2010

Promo Sukasa

La frase

Soy el que fui y el que seré

domingo, 9 de mayo de 2010

La dama

A toda fiesta carnal concurre
La vida pasa con ligereza
Ella decide lo que ocurre
Es frívola por naturaleza

En un desate voluble y fútil
Da algún glorioso orgasmo
Deja una esperanza inútil
Y se larga con sarcasmo

No tiene cara, descarada
Tampoco tiene ojos
Incita a ser amada
Ella lo hace por antojos

La otra hija de la providencia
Es silente y refinada
Cumple con prudencia
La única labor encomendada

Es precisa, sutil y astuta
De la paz es el ama
No como su hermana la puta
La muerte es una dama

Despertador

Despierta tienes clase de inglés
Despierta son las diez

Yo quiero dormir
El cielo toca mi piel
Despertador no quiero ir
Siento sus labios de miel

Despierta tienes clase de inglés
Despierta son más de las diez

Dormido sonrío tanto
Canto viajo y bribo
No hay gritos ni llanto
Dormir es morir altivo

En sueños entro al mar
Y toco los peces
Y voy a tierras
Y toco las reces

Dejo de ser
Vuelo en cielo ametisto
Vuelvo a nacer
Dormido des-existo

Viajo sin puerto
De orbes soy dueño
Para soñar la vida despierto
Dormido vivo mi sueño

Despierta tienes clase de inglés
Has faltado más de una vez.

Despertador tienes la hora
Pero no tienes el tiempo
No voy a despertar
No ahora

Vivo en un pueblo

Vivo en un pueblo de idas y venidas
Vivo en un pueblo de avenidas

Vive en una casa vieja
Una vieja sin teja

Silba un guardia sin pito
Pa espantar el delito

Los doctores que son tres
A todo dicen estrés

Da la gente comedida
Tips de tele pa la vida

Los edificios inmensos
Están llenos de mensos

Aquí todo habitante
Si se precia va al volante

En este pueblo de idas y venidas
Yo paso en busca de salidas

En este pueblo de avenidas
Emprenderé planes de huidas

jueves, 22 de abril de 2010

La frase

El fin único de la vida es la muerte

Abortar


Abortar


Nunca sería capaz de
traer un hijo al mundo
por todo lo que implica


Abortar es mi única opción

Nadie puede pensar que
Aceptaré esta responsabilidad
A mi edad

Debo abortar

En estas circunstancias
es absurdo pensar que
tendré a mi hijo

Léelo al revés

Cóndor de Oro estudiantil 2009



lunes, 5 de abril de 2010

Cóndor de oro estudiantil 2009



Error

sábado, 6 de marzo de 2010

Fifty


Shit! I turned fifty! That was the title of the book that my mom was reading. Fifty was to her, like to many other women, not a number but a life alteration. Fifty, not forty nine or fifty one, was the ultimate representation that she have lived half a century: she was officially old. Although my mother might hate her age, I found her more fascinating than ever.

Every August ten we commemorate our country’s “shout of independence”. The last Independence Day there was another kind of yell in my house. I found my mother, in front of the mirror, getting ready for her birthday party. She was trying to fit in a black, classic, straight cut, Audrey Hepburn’s style dress. Although, seeing her all stressed-up, it was easy for me to recognize her elegance: the lovely movement of her hands, her delicate manners and the glow of her teeth that overcame the one of the pearls she had in her necklace. Yes, my mother has gained some pounds but with them she has acquired a graceful way of doing even the simplest things.

While I was emerged in these thoughts, my mom began putting her make up on. We saw each other through the mirror. Her red mate just painted lips smiled at me. I glimpsed some wrinkles like pencil draws around her eyes. “They are such a problem” she said pointing at them. “But as in everything in life there is a solution”, she added. Suddenly, I had memories of her visiting every doctor in the city when her sister was sick, learning to use Skype to communicate with my father when he was abroad, or sending me a lunch in order to eat healthier when I was already in college “What is it now?”I asked. Botox, she answered and the smile turned into a laugh. I admire my mother because she always finds the answer for any big or a little problem.

It was getting late; my mother put her hair up in a bun and I noticed some grays. The silver, brilliant thin lines seemed strangers in the darkness of her head. Only in that moment I knew the reason why, even she dyed her hair, it remained the same color: she only covered her white hair. She become aware of the hour; she took her purse, put some perfume and left the room so fast that the smell of her perfume left like the breeze. A minute later, she came back and said: “Goodbye son” and she gave me a warm kiss. My mom is more loving and kinder with the passing of the years.

Some days after my mom’s birthday and when she has finished her book, I had a chat with her. “It is not that bad being fifty”, she began, with her hazelnut eyes wide opened and her smooth and architectural eyebrows lifted. She took my hand. Her hand felt warm as a glove in winter and as soft as velvet. “I feel I am great even with grays in my hair, some extra fat and these wrinkles”. “That makes you greater” I thought. At that moment, she placed the book in the drawer of the night table and when it was almost closed I could only read on the book’s cover: (…) it! I turned fifty!

Pilsener

Poema

La ropa precisa

Amantes de amores vestidos
Quiso para un traje de casimir
Nada la añoranza le dejó lucir
Solo el pasado con otros zurcidos

Besos sin rostro de labios audaces
Pecho que late corazón inerte
Cuerpos desnudos tan solo disfraces
Hechos de ausencia en telares de muerte

Un traje de retazos quiso hacer
Empezar a hilar le hizo extrañar
Extrañar era todo su ser

Unos andrajos vio en la oscuridad
Pena por sisa y solapa sin alma
La ropa precisa
la de la soledad

La frase

De mi ex a mi next

lunes, 15 de febrero de 2010

La frase

Soy el que fui y el que seré

sábado, 16 de enero de 2010

Revista Caras

La frase

Aún queda tanta nada que hacer

martes, 5 de enero de 2010

El perro

¿Qué harás sentado frente a ese escritorio? ¿Qué haces entre la gente? Eres todos y nadie. ¿Por qué la prisa? Eres una historia repetida, inconclusa, inmemorable. ¿Para que la lucha por una causa que no escogiste? ¿Para que la fe de una que no conoces? Caminas atrapado en una multitud de rostros de injusticia y de resignación, atrapado en tus circunstancias, casi ahorcado en tu corbata. ¿Qué hace ese perro descolorido entre toda esa gente? ¿Que busca? Ni tú ni nadie lo van a ayudar. Sigues al montón de cabezas disparejas para cruzar la calle. El hombre rojo los detiene. Se para la cabeza blanca, la cabeza de líneas rectas, la de pelo ondulado. El animal sigue de largo. Para los demás, el semáforo en verde es más importante pero tú te quedas viendo al que hasta hace nada fue un perro. Tiene la lengua metida y las tripas afuera. Te das cuenta que estás vivo, pero, ¿estar vivo es solamente no estar muerto? Estas abandonado como ese perro. Nadie te dará la mano. Llegas justo a tiempo a tu escritorio, a revisar tus emails y tus llamadas. Aun no reparan la pared de tu oficina y con eso notas que el papel tapiz apenas reviste el ladrillo y el cemento que hay detrás, como tu poder y tu cordura apenas cubren tu vulnerabilidad. En el fondo solo hay obra muerta. Te levantas violentamente ¿Exigirás respuestas a tu empresa? ¿Quién es tu empresa? ¿La secretaria? ¿El guardia? Todos y ninguno. ¿A quién agarrarás del cuello hasta que te aclare todo? La vida es muy cobarde para dar la cara. La hermosa ciudad tras los ventanales hace que decidas calmarte. Al fin y al cabo solo has visto un perro muerto y los perros se mueren todo el tiempo. Es normal. Te sientas a responder los pendientes. Ya arreglarás esa pared.
 
Union Literaria