martes, 30 de junio de 2009

La frase

Es fácil ser admirado. Lo difícil es ser admirado con virtudes y defectos.

Tame

Foto de JulieK3. Flickr.com

La naranja

La pequeña pelota abollada ha ido deformándose y mezclándose con el color de la tierra, del sol y la hierva. La sostengo entre mis manos. Observo su superficie porosa y cauchosa con depresiones, en las que caen las yemas de mis dedos. Tiene talladas cuatro zanjas que salen del círculo tapado de verde. Se siente dura al tacto, maciza. Parece impenetrable, pero utilizando mis uñas como garfas logro al menos cuartearla. Se van desprendiendo continentes gruesos rodeadas de un sólo océano con minúsculas corrientes como venas ambarinas. Sigo pelándola y saltan diminutos chorros de agua que alcanzan mis nudillos. Detrás del mapa de membrana blanca encuentro una piel como seda transparente que recubre algo del color de mi propia piel. No la toco por un tiempo, pero el aroma de su sudor la hace irresistible, así que empiezo a desprender su corteza. Se produce un sonido seco primero y después uno similar a despegar velcro. De a poco la voy descotando y llega a parecer algún órgano anatómico reposando en la palma de mi mano. Invadido de libertad tiento todo su hemisférico cuerpo. Es toda mía. De la esfera separo dos mitades. Dentro de cada una estan la siluetas de dos acuosos embriones que se vuelven cuatro, y luego seis. En seguida distingo que de aquella mitosis han quedado un par de gajos que parecen un par de labios de naranja. Les arranco con un beso la piel de seda intocable y exquisita hasta que aparecen pequeños filamentos frutales. La separo de mi boca y de mis manos y reflexiono en lo dulce de aquel beso y en lo amargo que haya sido con un par de labios sin rostro.

La frase

Mas vale la seriedad cuando es genuina que la sonrisa cuando es forzada

domingo, 28 de junio de 2009

Soñar en domingo

En el movimiento más imperceptible y natural las pestañas enrieladas en una fila se desmontan de la fila con la que permanecieron unidas largas horas y se sujetan de los párpados para terminar su huida dejando a mis ojos intemperies .Es como la transición de una escena a otra, como un telón que cierra lo que acabo de vivir y descubre la soledad de la habitación. Me toma un buen tiempo darme cuenta que los párpados son de la forma más rápida y sutil la diferencia entre lo onírico y lo real. La luz sobre mi almohada parece la del intenso rubio atardecer de ayer, pero no es más que el ramplón reflejo de la luz intermitente de un poste que abusiva se cola por la cortina medio abierta. Cierro los ojos e intento volver al sueño pero es inútil. Es como pretender volver al pasado. El sueño ya fue y se acabó y así se acabará este momento y otro sueño volverá a empezar. Me acuesto mirando al piso y siento que más despierto estuve en las horas de dormido. Cuando te vi caminando y acucioso me acerqué, te tome del brazo y empecé a hablarte sin preocuparme por tu tiempo ni el mío, mientras fumabas un tabaco hasta los dedos. Cuando empezaste a levantar un muro con tu cortesía y la intimidad y complicidad de aquellos años se quedaron encerrados, mientras yo seguía fascinado por tus manos, por tu risa coqueta y tímida, por cómo bajabas la mirada solo para luego verme desafiante. Cuando decidí que si nos separamos no sea por el mezquino concreto que empezabas a construir y me acerqué. Cuando el muro se desplomó y te besé con los ojos cerrados. Entonces me desperté y estaba en el cuarto, en este cuarto que sin la mísera luz que acaba de sucumbir es el espacio lóbrego de la soledad materializada en un lugar y en un espacio. Empieza a llover y no se me ocurre con quien conversar. No puede ser más domingo. Veo la hora en mi celular, son las siete menos treinta y hay un mensaje pendiente. “Fue el mejor adiós que he tenido”. Si aquello no fue un sueño, ¿estoy soñando ahora?

lunes, 15 de junio de 2009

 
Union Literaria