lunes, 25 de mayo de 2009

Poesía Publicitaria

Por primera vez no cambié de canal cuando aparecieron los comerciales. Empecé a sentir cada palabra, a sumirme en mundos etéreos de ensueño, a suspirar después de algunas frases, a pasar de reírme a estar conmovido, hasta a verme reflejado en la pantalla de televisión. Mis ojos parecían seducidos por cada imagen, pero fue lo fue escuché lo que me cautivó. Entonces comprendí que la publicidad, lejos de ser la parte más superficial (en todo sentido) del marketing, es una estampa de la psicología del hombre moderno. Detrás de los comerciales están los textos que, al igual que en la poesía, han pasado de ser hojas con tachones a verdaderos sentimientos y recuerdos en las vidas de quienes los ven. Todos hemos sido tocados por algún comercial. Y es que siempre exteriorizan nuestros sueños y temores, nuestros deseos y dudas, nuestros defectos y virtudes. Los comerciales nos conocen.
Lo que en ellos se dice está lleno de inspiración y por eso logran emocionarnos. Y los seres humanos necesitamos emocionarnos. Esta es la lista de algunos comerciales (están en youtube) que como tantos otros, pasaron treinta segundos por nuestra televisión pero se quedaron con nosotros toda la vida pues sus copies son verdadera Poesía Publicitaria.

A journey- Louis Vuitton
Tiempo - Mercedes Clase C Sport Edition
Benditos - Quilmes
Androide - Johnnie Walker
La vida es ahora -Visa
True colors - Dove
Go -Visa
Impossible is nothing -Adidas

sábado, 23 de mayo de 2009

jueves, 7 de mayo de 2009

Imperdible

Jesucristo Superstar en el Teatro Sucre.
Seguro hay una nueva temporada.

C-olores

Cualquier hecho fuera de la aplacada rutina del pueblo era todo un suceso. Aquel día, no se dejaba de hablar de la llegada de un curandero. Era más un espectáculo que una cuestión de fe. La gente hacía fila para aliviar alguna enfermedad o su mera curiosidad. Decían que su magia se pasaba solo cuando moría de manos de otra persona; él había matado a un hechicero de un pueblo cercano. Le llegó el turno a una mujer que traía al pequeño que en su momento había sido el mayor acontecimiento por haber nacido ciego. Ella le dijo al curandero que vivía angustiada porque la ceguera de su criatura se veía siniestramente manifestada en cómo el niño pintaba: cielos con piel de cebra, vacas moradas que parecían morir de asfixia y el pasto de color azul marino. El curandero le dijo que eso era más una cuestión de niños que de ciegos, pero aún así le cumplió el milagro. El niño, desde aquel día podría reconocer los colores con su olfato. La madre se mortificó con tal felonía pues lo que ella hubiera querido es que le devolviesen a su hijo la vista que nunca tuvo. El niño nunca se cansaba de pintar. Con el tiempo desarrolló una increíble habilidad para reconocer hasta la mínima variación de cualquier tono y llegó a ser un gran artista. En el pueblo, sin embargo, más se apreciaba a los jóvenes que habían logrado ser médicos o políticos. Los días en la vida de la madre, en cambio, estaban cada vez más atestados de lamentos, y las noches eran largas horas de no pensar en otra cosa sino que su hijo nunca vería la felicidad. Así pasaron los años. Un día de cielo blanco como tapado por una hoja de papel, la mujer veía como su hijo seguía utilizando los colores equivocados al pintar. Ella no sabía que la selección de colores era más un asunto de pintores que de ciegos, y empezó a horrorizarse con cada pincelada. Entonces, decidió hacer un milagro ella mismo. Así que, cuando el curandero volvió al pueblo para sanar a una anciana cuya amistad con las abejas había desenmascarado que tenía un aguijón, la mujer tenía urdido el delito. Le pidió al curandero que fuera a visitar a su hijo quien estaba trabajando en su autorretrato. En el momento en el que el sujeto entró al vestíbulo de la casa, la mujer de un golpe procaz le clavó una espátula en el corazón. El joven no escuchó nada pero reconoció el inconfundible color rojo de la sangre que había manchado su paleta. La mujer, por haber dado muerte al curandero ahora tenía los dones del difunto y con ellos logró hacer lo que siempre ansió. En la tarde, fueron un par de poco sagaces policías quienes suplicantes le pidieron al joven que confesara si había presenciado algo. El supo lo que tenía que hacer, respondió: “nada”, tomó la paleta y empezó a pintar los ojos de su autorretrato de un rojo vivo, mientras empezaba a ver todo por primera vez.

miércoles, 6 de mayo de 2009

La abuela, el reloj y el ladrón

-A ver cállate, cállate
-¿Disculpe?
-¡Cállate!
-Pero no he dicho nada
-¡Que te calles!
-Debe usted estar equivocado joven
-A ver abuela ¡mejor colaboras!
-¡Ya ve! Si ha sido más cegueta que yo. Yo no soy su abuela
-¡Cállate vieja o te mato!
-¿Así le trata a su abuela? ¡Que ha de ser esas amenazas! Cierto es lo que dicen de la juventud
-Es la necesidad pues ñora
-¿Tiene usted la necesidad de tratar mal a su abuela?
-Nunca. Si mi abuelita me hizo lo que soy
-¡Elé! Entonces pórtese bien vea
-Ya no te hago nada pero te me quedas quieta cuando me vaya
-¡Este guambra ya me robó el reloj!
-Oiga joven, ¡deme el reloj!
-¿Cuál reloj?
(La anciana le golpea con la cartera)
-¡Deme el reloj ahorita!
-Pero, pe…
-No sea vivo, deme breve.
(El ladrón le entrega el reloj)
-Este abusivo quería robarme. ¡Adió! Pero hoy me olvide de ponerme el reloj. ¡Caramba!¡este reloj no es mío!

La frase

Las papás fritas quedan bien con todo, menos con un vestido ajustado

Concesiones

¿Por qué lanzar una moneda cuando se puede preguntar a un libro?

¿Está mi actitud justificada? “Me encantó que la llamase así, mi señora. Sí, claro, Susy, su señora, era una chica poco agraciada, pero qué diablos: Pochi, al final, había conseguido lo que más soñaba cuándo éramos amigos, ser entrenador, no de fútbol, sino de fulbito, pero bueno, la vida a veces te obliga a hacer concesiones, y, algo que él creía imposible, tener sentadita en la tribuna, admirándolo, a Susy, su señora. Pochi García se fue a los camerinos a felicitar a sus muchachos victoriosos; yo, suelo hacer eso cuando estoy contento, miré arriba, al cielo de Miraflores, y noté, sonriendo que había luna llena.”
-Yo amo a mi mami, Jaime Bayly.

Concesiones
Pasa que a veces uno no vive la vida, sino que la vida lo vive a uno. La vida le somete, le llena de circunstancias y uno no controla las circunstancias. “La vida te obliga a hacer concesiones” y te compensa con lo que ella quiera: el segundo premio, el trabajo casi deseado o la mujer de tu vida con kilos de sobra. Y no te queda más que aceptar y hasta agradecer porque aunque no te dé lo que quieres, al menos no te ha quitado lo que ya tienes. Aún hay luna sobre Miraflores, y aún puedes verla. La concesión que tienes que hacer a veces puede ser cambiar de actitud aunque ésta esté justificada.

Entender a Duchamp

Marcel Duchamp es el predecesor de movimientos de vanguardia como el dada y el pop art, artista clave para entender el postmodernismo, es lo que dicen los entendidos. Pero si de entender se trata yo no entiendo lo que su obra intenta hacernos entender. Lo que entiendo es que su trabajo demuestra que el arte no puede conceptualizarse ni clasificarse por quienes creen entenderlo, es más, el mismo dijo no poder hacer entendible parte de lo que hacía pero que se conoce como ready made, y según entiendo es una contestación al arte “aprendido”. Duchamp, más bien, sustentaba que el arte está por ahí, en la perspectiva del autor y no siempre tiene la intención de decir algo ni de ser entendido. Al entender que se tiene un fetiche por las piezas “artísticas” decidió exhibir cualquier objeto cotidiano y “extraño”. Cuando uno los ve, se queda con la mirada fija y desorientada pretendiendo entender que hace un urinario en un museo.

Segunda oportunidad

La vida es la oportunidad de tener miles de oportunidades. Si tuviera una segunda oportunidad quizás haría todo lo opuesto a lo que he hecho hasta hoy. Solo para probar. En lugar de decir sí, diría no; en lugar de no ir, nunca faltaría; en lugar de llorar, reiría. Creo, sin embargo, que volvería al mismo lugar en el que estoy: el destino es más fuerte que todas las decisiones. Sin embargo, algo solo es bueno o malo después de probarlo, es el experimento del ensayo y error. Si hiciera todo de forma diferente solo estaría tomando lo que dejé de lado, pero sin lección aprendida, sin esas satisfacciones que se parecen tanto a la felicidad. La vida sería una línea recta sin trama, un devenir de tediosos y mustios sucesos. Por eso, si volvería a empezar, mejor no cambiaría nada, haría todo igual, pues en la vida nada es absoluto y no merece ser calificado, merece ser vivido.

"American Gothic" de Grant Wood

La pintura retrata a dos sujetos desde un mismo punto de vista pero que reflejan estados totalmente diferentes. Encontramos en un plano medio a un hombre y una mujer de mediana edad, anglosajones, parados delante de una casa de estilo rural. Si leemos lo que la imagen connota podemos decir que los personajes son muy conservadores, pues utilizan prendas cerradas con la triste combinación de blanco y negro. La figura masculina domina por la mirada de frente que parece que busca los ojos de quien lo observe. Sostiene con firmeza un trinche, lo cual divide visualmente. De la mujer, que parece ser la esposa, resalta el rutilante botón dorado que cierra su camisa. Su apariencia nos hace pensar en una intachable y perfecta ama de casa. Sin embargo, ella mira hacia otro lado, tiene una mirada de sometimiento y una mueca de infelicidad. Es una madame Bovary. La vida de pareja de estas personas es aciaga y lamentable. Es lo que dice el cuadro y obviamente debajo de lo que se ve no están tomados de la mano o pellizcando las posaderas del otro. Lo que demuestran es la vida de pueblo sometidos a los quehaceres impuestos. El hombre manda, la mujer obedece. El ambiente a su alrededor es igual de fúnebre. Parecería que luego del retrato van a volver a su casa a preparar un guisado y el hombre a ver el partido, digo, a sembrar algo. Puede que lo hagan, pero la pintura está almacenada en todo el mundo como símbolo de machismo, roles de género y rutina. Solo hay que encenderla con algún medio comercial, y eso se hace con cierta frecuencia, la última vez que la vi fue en el opening de “Desesperate Housewives”.
 
Union Literaria