domingo, 4 de octubre de 2009

La incertidumbre

Sí, las relaciones son inexactas e impredecibles, pero al menos suelen seguir un orden que es la máquina de su movimiento. Contigo los hechos han ido en tropel. No sé si hemos avanzado mucho o si estamos completamente pausados. Antes de conocer tu dirección, conocí tus besos, antes de saber tu edad, supe tu talla. Así que no tengo ninguna pista sobre si vayas a llamarme. ¿Dónde dejamos las formalidades? ¿Dónde deje tu número de teléfono? El reloj y el celular se han quedado paralizados como burlándose de mí. Al entrar, el viernes pasado, abriste la puerta completamente, no solo para que pase tu pequeña figura vestida de jeans, pulseras y botas, sino también tu atmósfera de reina moderna, que nos hizo bajar las miradas de lacayos a todos los hombres de la clase. Al pasar, tu sombra llego antes que tú, y tus pasos sincronizaron con mis ojos. Colocaste tu cartera encima de mi mesa y te sentaste a mi lado. Entonces las miradas pasaron a mí. Para eludirlas empecé escribir cualquier cosa. Has escogido ese puesto durante todo el semestre, y creo que no he leído las señales, entonces anoté ¿seré un analfabeto sentimental? De improviso tomaste mi cuaderno y dijiste “voy a copiar tus apuntes”. El resto es historia. Realmente quiero verte de nuevo, magnetizarme con tu caminar fulminante, pero eso al caminar parsimonioso del reloj no le importa nada. ¿Cómo un día puede durar tanto cuando la vida es tan corta? Mañana cuando te vea espero que el tiempo vaya igual de lento, tenerte sin reglas, desearte sin formas y olvidarme de la incertidumbre que se siente después, la incertidumbre eterna que he sentido hoy.

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