martes, 30 de junio de 2009

La naranja

La pequeña pelota abollada ha ido deformándose y mezclándose con el color de la tierra, del sol y la hierva. La sostengo entre mis manos. Observo su superficie porosa y cauchosa con depresiones, en las que caen las yemas de mis dedos. Tiene talladas cuatro zanjas que salen del círculo tapado de verde. Se siente dura al tacto, maciza. Parece impenetrable, pero utilizando mis uñas como garfas logro al menos cuartearla. Se van desprendiendo continentes gruesos rodeadas de un sólo océano con minúsculas corrientes como venas ambarinas. Sigo pelándola y saltan diminutos chorros de agua que alcanzan mis nudillos. Detrás del mapa de membrana blanca encuentro una piel como seda transparente que recubre algo del color de mi propia piel. No la toco por un tiempo, pero el aroma de su sudor la hace irresistible, así que empiezo a desprender su corteza. Se produce un sonido seco primero y después uno similar a despegar velcro. De a poco la voy descotando y llega a parecer algún órgano anatómico reposando en la palma de mi mano. Invadido de libertad tiento todo su hemisférico cuerpo. Es toda mía. De la esfera separo dos mitades. Dentro de cada una estan la siluetas de dos acuosos embriones que se vuelven cuatro, y luego seis. En seguida distingo que de aquella mitosis han quedado un par de gajos que parecen un par de labios de naranja. Les arranco con un beso la piel de seda intocable y exquisita hasta que aparecen pequeños filamentos frutales. La separo de mi boca y de mis manos y reflexiono en lo dulce de aquel beso y en lo amargo que haya sido con un par de labios sin rostro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jaja me pareció chistoso este post, jaja está un cague, muy descriptiva la sensación de un inesperado desflore.
¿Y qué pasó con la escritura? te quedaste en Junio... Julio y lo que va de Agosto.. vacío... La escritura es infinita así como la edad de su creación...

 
Union Literaria