domingo, 15 de febrero de 2009

Padre e hija

Aparte de ser ladrón de hijos, el sujeto era ginecólogo. Seguramente fue por eso que lo hizo. Otra cosa hubiera sido si se dedicaba a organizar conciertos desde el principio. Pero no, debía ver a los hijos de otros, literalmente en su cara, para ganarse la vida. El asunto es que su esposa era tan estéril como su profesión y que ambos le robaron la hija a los Ostaiza. Si antes la plata apenas alcanzaba para él y su esposa, cuando se supo el hecho ya solo iban malechores a su consulta y la gente sacaba citas para injuriarlo. Así que tuvo que abandonar la ginecología porque no daba frutos, al igual que su mujer, a la que también abandonó.
Debido a su propia historia, su hija quería también ser ginecóloga. Al fin y al cabo, si no fuera por esa profesión sería hija del Sr. Ostaiza, que para ella era un perfecto desconocido. El sujeto sí quería que la joven trajera hijos al mundo, pero los suyos propios. No quería nietos robados. Así que le negó la universidad. En cambio, tuvieron una empresa que organizaba conciertos, la cual les llenó de deudas. Para solventar el concierto, que se llevó a cabo el día del padre, se asociaron con un militar y un odontólogo, quienes también habían dejado sus profesiones por razones que es mejor no saber. Acabado el espectáculo, los socios no recibieron nada de las ganancias y amenazaron de muerte al ex ginecólogo. La joven, entonces, pagó para que les robaran para siempre las vidas al odontólogo y al militar, quienes también tenían hijos. Y probó que la maldad no se hereda, sino que se aprende.

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