miércoles, 20 de agosto de 2008

La creencia en la reencarnación

Desde siempre, el cuestionamiento sobre cual es el destino después de la muerte ha sido un enigma constante casi innato de los seres humanos. Y es que el hombre desde tiempos ancestrales ha tratado de encontrar explicación a todos los fenómenos y objetos del mundo circundante y de sí mismo. En la mayoría de los casos lo ha logrado de manera indiscutible y comprobable.
No obstante el paso de los siglos y el desarrollo de la tecnología, hay tan magnos misterios cuya respuesta aún sigue en discusión y controversia, principalmente porque sus soluciones, a diferencia de las que ya han sido aceptadas, no son siempre tangibles ni provienen precisamente de la ciencia, sino más bien, de lo que los escépticos llaman seudo ciencias, que según ellos son creencias y formas de especulaciones muy peligrosas.
(Bunge, Pág. 63-79,1989)
La ciencia entrega conocimientos infalibles, es sistemática, racional, realista y trata sobre asuntos materiales (Barba, Pág. 38-40,2006) por lo que se opone a postulados que no cumplan estos requisitos. Pero también es una realidad indiscutible que existen manifestaciones aparentemente inexplicables con la lógica y la razón, como las experiencias extrasensoriales, los milagros, los dejavus, etc., y por ello en nuestras vidas están presentes aspectos que trascienden la ciencia como son la fe, las creencias y los dogmas.

Esto quiere decir, entonces, que vivimos en una realidad que conjuga un apego inalterable a los conocimientos científicos, sus avances, experimentos y descubrimientos, pero paradójicamente también a ideas y credos espirituales y religiosos, con el único fin de satisfacer nuestras dudas. Es así, por ejemplo que celebramos que existan anticonceptivos, pero al mismo tiempo creemos en un Dios y en su voluntad divina, un poco contradictorio.

La cuestión sobre conocer que pasa después de la muerte física ha traído disímiles afirmaciones. Por supuesto está en primer lugar aquella que nos dan los materialistas, como Demócrito (460-370 a. de C.), quien sustentaba que el cuerpo es un conjunto de piezas eternas e indivisibles llamados átomos y que la conciencia muere con el cerebro, no creía en la existencia del alma y por ende afirmaba que al morir una persona, lo único que pasa es que el cuerpo se descompone y sus átomos pasan a conformar otra materia. (Gaarder, Pág. 52-56,1994).
Pero hay quienes, en cambio nos enseñan que además del cuerpo, tenemos un alma, a esto se llama dualismo, y que después de morir, el alma abandona el cuerpo y encarna en otro, lo que da inicio a otra vida, lo que se conoce como reencarnación. El alma es eterna.
Esta creencia comenzó en la India (VII a. de C.) y fue acogida por el Budismo, luego pasó a Grecia y Roma y fue adoptada por algunas otras religiones (http://www.corazones.org/apologetica/reencarnacion.htm).
Algunos filósofos trataron el tema. Platón, por ejemplo, habló de un alma inmortal, que existe antes de meterse en el cuerpo en la cual están todas las ideas eternas e inmutables y los conocimientos ciertos. (Gaarder, Pág. 106-108,1994)

La reencarnación tiene que ver con la ley del karma, la cual explica que toda causa tiene un efecto y que por lo tanto nuestras acciones y las intenciones con las que obremos traerán consecuencias equivalentes aún después de esta vida (Chopra, Las siete leyes espirituales del éxito). El Karma establece, entonces el estado de conciencia y las condiciones en las que viviremos, y según los Hare Krsna incluso las formas corporales, o sea que podemos reencarnar también en animales. (Prabhupada, Pág. 6, 1980). Esto quiere decir que no nacemos en determinadas circunstancias por accidente o casualidad, sino que preparamos un plan antes de ser concebidos. (Weiss, Los mensajes de los sabios, Pág. 61,2000)

A las designaciones que se nos ha dado en esta vida se las llama “ego”. El ego se refiere el cuerpo material y a todas esas supuestas pertenencias, como “yo soy americano”, “yo soy millonario”, “yo soy hombre” o “yo soy profesor”. Se lo puede considerar como “la cobertura del alma”, es temporal y limitado. Pero lamentablemente, estamos tan habituados a identificarnos únicamente con estas cualidades que no representan nuestra esencia verdadera, que no reconocemos que en el fondo somos iguales, aunque parezcamos tan diferentes.
Es decir, así como casi siempre buscamos respuestas científicas y palpables, del mismo modo, hemos otorgado toda la importancia únicamente al cuerpo, a lo exterior, al mundo de los sentidos como los llama Platón y no entendemos que puede ser que esta vida sea transitoria y que lo que estamos persiguiendo en verdad, sean sólo símbolos y que “si en verdad nunca morimos, entonces no llegamos realmente a nacer.”(Weiss, Pág.140, 1996)


Bibliografía:

Lazos de amor- Brian Weiss
Los mensajes de los sabios- Brian Weiss
Las siete leyes espirituales del éxito- Deepak Chopra
El mundo de Sofía- Jostein Gaarder
La Reencarnación, vidas pasadas y futuras- Prabhupada
http://www.corazones.org/apologetica/reencarnacion.htm

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